viernes, 27 de marzo de 2009

Y Al Final...

No sé que más platicarte cabrón. Ya recordamos todo... ya reímos juntos... espero que te hayas reído. ¿Qué más da de qué platiquemos? ¿Es que acaso necesitamos platicar? Cuántos silencios pasamos juntos, ¿te acuerdas? Horas y horas frente a la tv apagada; frente a las manoseadas fotos que habíamos visto unos minutos antes; acostados, solamente mirando el techo. O mirándonos. Pero el silencio. Qué raro, ¿no? Yo avisé a toda tu familia de este suceso. Avisé a toda mi familia. Y no vino nadie. Bueno, la verdad es que escoger el miércoles no fue buena idea. Pero pues ya... ya se hizo y ahora simplemente a vivirlo. Porque lo estás viviendo, ¿verdad? Lo estás sintiendo. Sí. Seguramente lo sientes. Te ves hermoso, eh. Simplemente eres perfecto. ¿Te acuerdas de la vez que mis sobrinas se peleaban porque cada una pensaba que su respectivo novio era más guapo que el de la otra? ¿Te acuerdas? Y que les dije ya no se peleen cabronas... el más chulo es poncho. ¿Te acuerdas de sus caras? Qué curioso. Y eso que eran las... ¿cómo les llaman? A esas personas, ´mbre... esas personas que les vale madre... que aceptan más cosas... open mainds... ¿verdad? Sí, así les llaman. Se suponía que para el año 2000 iban a haber naves que volaban en vez de carros, y robotinas, y cosas de esas... ¿te acuerdas de los supersónicos? Andaban muy mal. Si hoy por hoy, 2009, no existe ni siquiera la tolerancia... qué chingaos iban a existir naves y robotinas. Pero ¿para qué queremos robotinas, no? ¿A poco no te acuerdas de cuando trapeabas? y que sigilosamente yo esperaba a que terminaras las escaleras para subir corriendo por ellas echando a perder todo tu esfuerzo. Lo hacía porque sabía que te encabronaba realmente. Y sabía que unos simples gritos no bastaban. Me tenías que perseguir y enfrentarme. Tener contacto. Me tocabas. Y luego se te quitaba lo enojado. Me abrazabas. Y ese rojo en tu cara. Ese rojo coraje se convertía súbitamente en rojo sexo. ¿Te acuerdas? Qué cosas, ¿no? El contacto. Putamadre. Lo que lograba el tacto. El sentirnos.

¿Y ahora?

Tu gris no puede cambiar. Es gris y ya.

¡Maldito cristal que nos separa!

Quítenlo.

Necesito tocarlo.

Puedo cambiarle el gris. Sé que puedo cambiarle el gris.

¡Quítenlo!

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"Y al final,
te ataré con todas mis fuerzas,
mis brazos serán cuerdas
al bailar éste vals..."

- Enrique Bunbury
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Dedicado a:

MAMUTH
q.e.p.d.

y

ELÍAS


lunes, 23 de marzo de 2009

Y Jamás Flaqueó

Entré por el acceso G de la siempre inédita Arena Monterrey a eso de las 9:15pm. Pinche Bunbury. Y yo que tiré a león aquella cosa de la "puntualidad". ¿Existe la puntualidad en los conciertos de rock? ¿De cuándo a acá? Sepalamadre, la neta no me considero conciertero. Pero el hombre delgado ya estaba en chinga cante y cante y rockeaba... y rockeaba fuerte con su "Señorita Hermafrodita". 5 minutos me tomó chingarme ese cigarro de preludio que siempre me echo. 5 minutos que significaban ver el intro y escuchar su versión rocker de "El Club De Los Imposibles". Y todo por respetuoso de la ley antitabaco. Venga la anarquía tabaquista, dijo mi compa al encender un camel dentro de aquel templo Bunburiano. Venga pues.

Y entre cigarro y cigarro sin que nadie nos molestara, escuchamos grandes himnos. Pero Bunbury en su performance y producción había dejado de lado lo burlesque, lo cabaretero a lo que después de jabs, ganchos, uppers y volados, nos había dejado totalmente noqueados y sorprendidos de todos esos ritmos y arreglos inéditos para muchos. Regresó al rock. Pero ojo, Bunbury no se está repitiendo, pues después de Héroes, fueron contadas (por no atreverme a decir nulas) las casiones en que nos recetó rocanrol puro. En esta ocasión y con motivo de su nuevo disco "Hellville De Luxe" nos asaltó rocanroleando. Realmente nos sorprendió. Y mucha gente que anhelaba escuchar algo siquiera similar a "Héroes del Silencio" en el Bunbury como ente independiente, ahora sentía nostalgia por el cabaret. Otros, como nosotros, nunca extrañamos nada porque al final de cuentas nunca esperamos algo en particular. No sabemos con qué saldrá en su siguiente disco, presentación o proyecto.

Poca elocuencia. Una versión de "El Extranjero" tipo Plaza de Mayo. Monterreginos y Monterreginas (¿?). Ninguna canción de "Héroes del Silencio" (más que "Apuesta por el Rock And Roll"). Un simbólico "caballito para todos". Cerrar el concierto con "El Tiempo de las Cerezas" y no con "Y al Final". 9,000 humanos, según cifras oficiales.

Todo esto fue parte de un concierto que quedará grabado tanto en el mismo Bunbury como en los 9,000 cabrones que ahí estuvimos. Fueron los restos del naufragio. Y es que insisto: este cabrón trae el viaje Dylaniano de jamás repetirse.

Bunbury se presentó con su nueva banda de rock. Lejos se ven los días en que el buen "Huracán Ambulante" lo acompañaba con esos exóticos sonidos que te hechizaban. Lejanos se ven también los movimientos de cadera, las plumas, los flamingos, el mariachi Domínguez, el performance bunbury-meets-the-rocky-horror-picture-show.

Pero eso es parte del viaje. Creo que Bunbury siempre ha estado en constante cambio. En constante movimiento. En constante exploración. Es extranjero. Es infinito. Y todo está tan lejos de la tristeza que casi la toca. Todo eso es parte del viaje a ninguna parte del hombre delgado que no flaqueará jamás. Hasta ahora lo ha cumplido.

Que tenga suertecita.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Una Luz Silenciosa Se Asoma Por El Lake Tahoe Del No-Japón, En El Que No Hay Temporada De Patos Ni Mucho Menos Batallas En El Cielo...

Fernando Eimbcke sorprendió a muchos (incluyéndome) con su ópera prima "Temporada de Patos". Una película que trataba sobre muchas cosas y a la vez sobre absolutamente nada. El estilo minimalista de Eimbcke quedó marcado desde dicha película. Planos sobrios, edición muy ligera y hasta cierto punto plana, actuaciones sorpresivamente buenas, y un ritmo y tono muy efectivos, son elementos que nos recetó en su momento éste director. 

En el 2004, cuando se exhibió el film, voces de gente importante en la cinematografía mexicana y mundial, como Del Toro y Cuarón, no dudaron en alabar la manufactura y narrativa de esta cinta. Poco tiempo después, la película confirmó su buen recibimiento por la comunidad cinematográfica nacional al llevarse 11 arieles incluyendo mejor película, dirección, guión, actor y actriz, entre otros.  

Ahora nos llega su segunda, y personalmente anhelada, película: "Lake Tahoe". El film sigue el mismo camino ya trazado por su antecesora: minimalista; de ritmo lento; edición sencilla, nada rebuscada; y actuaciones decentes. Pero es imposible dejar de sentir cómo Eimbcke pretendió estirar todos los elementos de su estilo. Llevarlos más allá. Y ese "ir más allá" significa irremediablemente el hacerle guiños al cine del mexicano favorito de los franceses: Carlos Reygadas.  

"Lake Tahoe" cuenta la historia de un joven quien al salir a pasear en el coche de su papá, choca. Toda la película narra las vivencias por las que pasa este joven para arreglar el coche sin que sus padres se enteren. Vivencias pintorescas por las que nunca hubiera pasado de no haber ocurrido el accidente. Y un accidente que deja de ser menos casualidad y mucho más una causalidad. Todo esto en una narrativa, como ya se dijo, menos Eimbckeniana y más Reygadesca.  

Y es que, aunque Fernando Eimbcke haya desarrollado desde su primera película una historia en la que sus elementos se mezclan de manera básica pero coherente y efectiva, nunca dejaron lo "convencional". Nunca se sintió una película avant-garde. Es decir, su valor y originalidad estaban más en el fondo (temática muy íntima y cotidiana) que en la forma. Y de todas maneras, ni fondo ni forma, rayaban en lo vanguardista. "Lake Tahoe" intenta cuajar las mismas fortalezas en el fondo y ser cine de vanguardia en su formalismo. Ninguna de las dos cosas se logra.

"Lake Tahoe" es una película que intenta consagrar esos momentos cotidianos y "sin relevancia" en el imaginario del espectador de la misma manera que "Temporada de Patos" lo logró años atrás. El ritmo es lento porque así pasa la vida en un pueblo. También es lento porque en el interior del protagonista hay demonios por exorcizar. Y cuando los demonios te invaden las entrañas, la vida es todo, menos rápida. 

Esta operación de personaje + contexto = ritmo lento, es la fórmula que le ha valido a Reygadas sus 3 largometrajes con presencia en Cannes. A esta mezcla se le agrega una variable que no sabría como incluirla matemáticamente (se aceptan tips por parte de ingenieros, economistas, o cualquier persona que se viaje con los números). Esta variable son los actores y su trabajo. En el cine de Reygadas las actuaciones son hasta cierto punto acartonadas, planas. Pero eso le da al espectador la oportunidad de no dejarse seducir por nada que pueda distraerlo del TODO. Eso mismo lo intenta Eimbcke en su película. Pero fracasa. 

La belleza y extrañeza de los personajes de Reygadas recae en el hecho de que no son personas conocidas, o mejor dicho, son netamente no-actores. Eimbcke tiene como protagonista a Diego Cataño, moko, el protagonista de su ópera prima. Simplemente, esto rompe. Está forzando a un actor casi casi a no-actuar. Fracasa.

La película es interesante y tiene algunas fortalezas. Como en todas las obras, el mejor juez es el espectador, no ningún crítico mediocre ni mucho menos un blogger amateur. Sin embargo es imposible no reconocer esos guiños a otro cine que está más allá del bien y del mal. Y se quedan simplemente en eso: guiños.